Aun se sigue creyendo de que todas las mujeres nacieron para ser madres, que de alguna manera el «instinto ahí está y en cuanto salimos embarazadas todo fluye mágicamente».
Y no es así. Mientras se siga pensando que nuestro objetivo en la vida es la maternidad se seguirá obligando a las mujeres, niñas y adolescentes a seguir con un embarazo no deseado.
Se seguirá imponiendo el yugo del «si tuvo sexo que asuma», pero sobre todo se reforzará la idea de que todas las mujeres deben ser madres y que «si abortás sos una asesina».
Para eso es necesario entender que la maternidad solamente irradia belleza y felicidad cuando se es deseada, ya sea planeando un embarazo con antelación o descubriendo una grata sorpresa en el momento ideal.
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No toda maternidad es voluntaria, ser madre no debería ser un sinónimo de ser mujer.
No es maternidad voluntaria cuando la niña que fue violada no puede interrumpir un embarazo producto de esa violación, cuando es un embarazo peligroso o cuando la mujer embarazada está enferma; y sin duda no es maternidad voluntaria cuando la persona no quiere ni está lista para ser madre.
Es muy ingenuo pensar que en 9 meses esas mujeres que no quieren hijos/as serán las personas ideales para convertirse en madres. Irónicamente se habla tanto en contra del derecho de las mujeres a decidir interrumpir un embarazo no deseado, pero no se piensa en qué clase de madres se convertirían si están siendo forzadas a criar a un ser humano en contra de sus voluntades. ¿Acaso se cree que forzando la maternidad se consiguen niños y niñas felices? ¿Cómo es ese argumento considerado pro vida?
Idealizando a las madres
La maternidad no es 100% bonita ni idílica, de hecho es aterrorizante, es una gran responsabilidad, es dolorosa, caótica, abrumante.
Muchas veces se idealiza este proceso para contrarrestar la decisión de las mujeres y así enfatizar cómo la abnegación, el sufrimiento y el amor incondicional son medallas que nos hemos ganado desde que nacimos y debemos portar con orgullo en el momento que sabemos que estamos embarazadas, no importan las circustancias ni nuestro estado emocional.
Sin embargo, idealizar la maternidad no es el único problema, sino juzgar las decisiones de otras mujeres que abortaron.
Dicen «yo no creo en el aborto», como si se hablara de unicornios y no de un tema político y de salud pública. Otras personas argumentan «bueno, en caso de violación sí», más no piensan que no todas las violaciones pueden ser probadas.
También se habla de la adopción y la idea en sí es preciosa, pero no pensamos en los miles de niños y niñas que hay para adopción que jamás encontrarán una familia o que el sistema no funciona así de fácil, pues se descartan muchos casos que no cumplen los requisitos.
Porque la maternidad será deseada no obligada
La socióloga francesa Élisabeth Badinter, en sus libros ¿Existe el instinto maternal? (1980) y El conflicto: la mujer y la madre (2011), advertía que había que desligar el instinto maternal de la naturaleza femenina y dejar de considerar anormales a las mujeres que deciden no ser madres.
Afirma a su vez que hay que liberarse de la idea de que lo natural es tener hijos y poner atención en la gran diversidad de deseos femeninos que no pasan por la maternidad.
Tener la capacidad de decidir no es solo un derecho, sino que también es un ideal por el cual trabajar para que cada niña y niño nazca deseado, planeado y querido.
Solo así el Día de las Madres podrá ser un momento de dicha y ternura, no un mal recuerdo de cómo la sociedad nos impone un rol de por vida y encima nos obliga a callarnos al respecto.