Resulta que tenemos una fila de derechos sexuales esperando a que les echemos el ojo y nos lo tomemos en serio. Realizamos un pequeño sondeo en distintas zonas de la Managua Furiosa para conocer si la población conoce sus Derechos Sexuales y adivinen qué…
De las 15 personas consultadas, UNA conocía sus derechos, pero a medio palo.
De 1963 al 2012, en Nicaragua la tasa de adolescentes embarazadas incrementó cinco puntos porcentuales según las cifras oficiales de la Encuesta Nicaragüense de Demografía y Salud (Endesa).
¿En qué estamos fallando?
Evidentemente, si desconocemos nuestros derechos, es por la carencia de información brindada en los colegios, en nuestra familia y los centros de información. Hace falta poner a disposición de la población servicios de salud sexual y reproductiva, donde se brinde información científica y nos permitan desaprender todos los mitos que limitan una vida sexual responsable.
Dado que la salud es un derecho fundamental, la salud sexual debe ser un derecho básico, pues es escencial para el bienestar individual, interpersonal y social. El reto está en nosotros, no podemos demandar lo que desconocemos, por tanto, te compartimos nuestros Derechos Sexuales con el fin de que los, reflexionés, compartás y demandés::
Nuestro primer derecho sexual, es la libertad sexual, que nos permite autodeterminarnos en el ámbito de nuestra sexualidad, sin más limitaciones que el respeto a la libertad ajena, facultad que se expande hasta utilizar el propio cuerpo a voluntad, seguir en cada momento una u otra tendencia sexual, hacer y aceptar las propuestas que se prefieran, así como rechazar las no deseadas.
Según la OMS, y en relación con la salud sexual, es necesario un acercamiento positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de obtener placer y experiencias sexuales seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos.
Los Delitos contra la libertad e indemnidad sexuales son aquellos que atentan contra la libertad de elección sexual del individuo, o que promueven la sexualidad en algún sentido cuando el sujeto pasivo es menor de la edad de consentimiento estipulada por la ley o incapaz. Están incluidos el acoso sexual, la agresión sexual, el abuso sexual, el exhibicionismo, provocación sexual y la corrupción de menores.
Este derecho incluye la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre nuestra vida sexual dentro del contexto de la ética personal y social. También está incluida la capacidad de control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo.
Tengo derecho al ejercicio autónomo de mi sexualidad.
Tengo derecho a decir NO cuando no deseo tener relaciones
Involucra el derecho a las decisiones y conductas individuales realizadas en el ámbito de la intimidad, siempre y cuando no interfieran en los derechos sexuales de los otros.
Con la privacidad sexual se desarrolla un autoerotismo que influye en nuestra vida íntima, ya que a través de éste se conoce el cuerpo, emociones y experiencias placenteras.
En nuestro país ya han surgido escándalos por revelaciones de fotos y videos de mujeres expuestas durante el acto sexual. Con el auge de las nuevas tecnologías, es cada vez más fácil ser víctima de la difusión masiva e incontrolada de contenidos sexuales.
Y ojo!!! Con el típico «Mandame una fotito» podemos caer en la trampa del «sexting» que consiste en el envío de contenidos de tipo sexual (principalmente fotografías y/o vídeos) producidos generalmente por el propio remitente, a otras personas por medio de teléfonos móviles que pueden terminar en un infierno mediático.
Este derecho se opone a cualquier forma de discriminación relacionada con el sexo, género, preferencias sexual, edad, clase social, grupo étnico, religión o limitación física o mental.
Nicaragua tiene una profunda desigualdad en el campo de la sexualidad. El tipico «Se lo buscó por colchón», «Quién la mandó a salir con ese tipo de ropa» o «amarra a tus gallinas que mi gallo anda suelto», son comentarios que exhiben la desigualdad por preferencia sexual y condición de género.
Las mujeres seguimos siendo de las poblaciones más vulnerables y discriminadas por la influencia de la Iglesia en el Estado supuestamente «laico». El poder de la religión sobre los cuerpos de las mujeres, es evidente en discursos gastados donde la relación sexual tiene únicamente propósitos de reproducción biológica.
El placer sexual, incluyendo el autoerotismo, es fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.
¿Cómo te das placer? Masturbarnos, explorar nuestros sentidos, ser lúdicos con el cuerpo, es parte del disfrute sano de nuestra sexualidad.
«Me da pena aceptarlo, pero yo no sé lo que es un orgasmo» confesó una joven universitaria quien tiene 4 años de actividad sexual. Así como ella, muchas mujeres, siguen sin experimentar el punto culminante o de mayor satisfacción de la excitación sexual en las zonas erógenas o sexuales, y no es debido a un problema físico, sino psicológico y cultural, puesto que el cuerpo de la mujer se ha limitado a ser visto como un objeto sexual que responda a las necesidades sexuales del otro.
Tenemos derecho a expresar nuestra sexualidad a través de la comunicación, el contacto, la expresión emocional y el amor. El afecto es una necesidad natural en el ser humano, por lo que no se le debe prohibir a nadie, el que pueda mostrar su amor en completa libertad.
Decir “Te quiero”, darse un piquito, andar de la mano con tu pareja, es bien visto entre heterosexuales, mientras si lo hace una pareja gay, el escándalo, las burlas e incluso violencia se manifiesta en contra de ellos.
Así como un hombre y una mujer pueden expresar su amor en los espacios públicos, cualquier persona según su orientación sexual, puede manifestar libremente sus emociones.
La posibilidad de contraer o no matrimonio, de divorciarse y de establecer otros tipos de asociaciones sexuales responsables es parte de nuestros derechos.
Suena vintage el tipico «Te quedaste vistiendo santos» sin embargo, la presión social del matrimonio antes de los 30, prevalece en todos los sectores sociales del país. Decidir el momento ideal y la persona o las personas con las cuales deseamos establecer un tipo de asociación sexual es nuestro derecho.
Estamos en plena libertad de decidir con quien establecer una asociación sexual, ya sea casarnos -acción permitida en nuestro país únicamente a parejas heterosexuales- juntarnos y vivir en libre albedrío, así como decidir convivir en una relación poliamorosa, siendo esta última una práctica que implica un cambio profundo en la manera de entender las relaciones, pero tiene algo en común con la monogamia: la posibilidad de establecer relaciones estables y formar una familia bajo sus concepciones.
Podemos decidir tener hijos o no, el número y el tiempo a transcurrir de uno a otro y el acceso pleno a los métodos para regular la efectividad.
Decidir no tener hijos es un derecho. Para las mujeres que quieren ejercerlo, se convierte en una razón de discriminación, incluso del sistema de salud. En Nicaragua como consecuencia de la discriminación sexual y carencia de información, las mujeres tienen pocas posibilidades de controlar su capacidad reproductiva, lo que se traduce en altas tasas de fecundidad, exageradas frecuencias de embarazos juveniles, y altos riesgos de muerte tras el impedimento del aborto terapéutico como única medida para salvar la vida de las mujeres.
Este derecho demanda que la información sexual sea generada a través de procesos científicos y éticos, que se difunda de forma apropiada y que llegue a todos los sectores sociales.
Los mitos sexuales, comienzan a divulgarse hasta llegar a oídos de personas que por su poco conocimiento en cuanto a sexo se refiere, la toman como verdadera. Así que esos cuentos que nos meten de que usar condón es pecado, que el método del ritmo es lo mejor y que comer pollo provoca la homosexualidad a como lo dijo el presidente Evo Morales en el 2010, deberíamos de comenzar a descartarlos y solamente usarlo como herramienta de risa.
La mejor arma sexual es el conocimiento, así que informémonos y compartamos conocimiento con las personas que carecen de información científica.
Este derecho solicita la impartición de la educación sexual durante toda la extención de la vida, desde el nacimiento hasta la vejez, y exhorta a la participación de todas las instituciones sociales.
Con el fin de propiciar a las y los jóvenes un entorno que les permita ejercer su sexualidad a plenitud, con seguridad, es crucial proporcionar información y educación sobre salud sexual desde edades tempranas. La promoción de métodos anticonceptivos en nuestro país es insuficiente. Asimismo, las actividades de planificación familiar no toman en cuenta las particularidades culturales religiosas de las comunidades, lo que limita su capacidad de incidir en el uso de métodos modernos por esa población.
La falta de una educación sexual liberadora reduce la calidad de vida de los y las nicaragüenses. Así que es nuestro derecho demandar una educación sexual libres de dogmas.
La atención de la salud sexual debe estar disponible para la prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y desórdenes sexuales. Desde la adquisición de un condón hasta el acceso a atención médica son acciones que según el onceavo derecho sexual deben estar garantizadas.
¿Qué tal si iniciamos dotándonos de anticonceptivos? Visitá el puesto de salud de tu barrio y aprovecha para solicitar información.
Que no nos sigan dando vuelta. Comencemos a ejercer y reclamar nuestros derechos y tengamos muuuucho sexo de manera responsable.