Podemos decir y manejamos que todos somos parte de la diversidad sexual, sin embargo Marta Lamas, antropóloga mexicana y feminista dice en su texto “¿Qué es la diversidad sexual?” que todo lo que no es heterosexualidad se enmarca como diverso, es decir: todas aquellas prácticas que tenemos las personas que conformamos la comunidad LGBTI.
Hay expresiones que complejizan comprender de que va la diversidad sexual ya que en esta misma lógica se cuelan las identidades de género, que aunque tiene que ver con decisiones y transgresiones personales al sistema sexual que ya conocemos, también forma parte de lo que se reconoce como diverso sexualmente.
Digo que esto complejiza la comprensión de estas maneras de ser y estar en el mundo, y de ejercer nuestra sexualidad, porque a nivel social se reconocen únicamente dos cuerpos para poder tener prácticas sexuales: el de un hombre y una mujer. Esto es lo que llamaría Foucalt como “fronteras disciplinarias”, y vaya que las fronteras han funcionado para mantenernos en “orden” por cienes y cienes de años.
La feminidad y la masculinidad en esta manera de entender la diversidad sexual funcionan como mecanismos de opresión, sin embargo existen prácticas cotidianas de las personas que conforman la comunidad LGBTI que tienen una nueva propuesta sexual. En este punto es donde juegan su importante papel las identidades de género, que bien o mal, cuestionan de manera directa los moldes tradicionales en las prácticas sexuales comunes y no comunes, incluyendo las de las personas de la diversidad sexual.
La identidad de género es la manera en que estamos socializados simbólica y culturalmente, sin embargo lo valioso de este proceso de socialización es que existen personas capaces de romper con esa asociación del género y los genitales, esas son las personas transgéneras.
Una persona transgénera es aquella que nace hombre, pero que su manera de vivenciar el mundo y de experimentarlo por dentro es el de una mujer, en caso contrario, sería exactamente lo mismo para una persona que nace mujer, pero que asume una identidad de género masculina.
Expresado lo anterior, podemos decir que una chica trans puede enamorarse de un hombre o una mujer y ser, a pesar de tener órganos reproductores diferentes a los de su género: heterosexual o lesbiana. La preferencia sexual está ligada a lo que me provoca placer con otro cuerpo en mi manera de relacionarme con las demás personas y no al género que asumo para ser reconocido y relacionarme en el mundo.
Entender las diferencias entre orientaciones sexuales e identidades de género contribuye a una cultura de respeto a las diferencias, asimismo, a que reconozcamos la diversidad de cuerpos que transitan en nuestras sociedades, cuerpos visibles que también exigen gozar de todos los derechos.
Escrito por Elvis G. Salvatierra